El declive del fútbol local es un tema que se discute poco en los medios deportivos, pero preocupa bastante entre el amante del futbol local e internacional. A pesar de que Libertad se consagró campeón del Torneo Apertura 2024, su desempeño, al igual que el de Cerro Porteño, vicecampeón del torneo, no ha sido sobresaliente.
La falta de juego consistente, las canchas en pésimas condiciones, errores arbitrales en cada fecha y la poca o nula calidad en los equipos grandes refleja una problemática mayor en el fútbol paraguayo, que se ve agravada por la fragilidad demostrada por los clubes más pequeños o humildes en sus encuentros contra los grandes como Cerro y Olimpia. Estadios vacíos y sin una mínima interacción o entusiasmo en las calles.
Este descenso en la calidad del fútbol local se evidencia también en la incapacidad de Cerro y Olimpia para competir a nivel internacional. Ambos clubes no cuentan actualmente con planteles lo suficientemente sólidos para si quiera competir dignamente tanto locales como internacionales. Es triste ver como los hinchas, el corazón del fútbol, ven cómo sus equipos favoritos pierden terreno ámbito internacional y saben que la distancia cada día será mayor.
Una de las razones fundamentales detrás de este declive es el enfoque dirigencial en la venta de jugadores sobre la búsqueda de gloria deportiva. Los hermanos Zapag, presidentes de Cerro Porteño, son un ejemplo claro de esta tendencia en el balompie guaraní. Bajo su liderazgo, el club ha terminado en segundo lugar en cinco campeonatos consecutivos, lo que refleja una incapacidad para consolidar un equipo ganador. Esta estrategia de venta rápida y escasa inversión en el fortalecimiento del equipo afecta directamente el rendimiento en el campo de juego y ni que decir sobre el relacionamiento con sus hinchas.
Olimpia, por su parte, ni siquiera logra pelear por el tercer puesto, lo que habla de una crisis aún más profunda. La falta de un proyecto deportivo sólido y la ausencia de una visión a largo plazo impiden que la institución franjeada recupere la grandeza de antaño. Asi como la hinchada azulgrana, los franjeados, desilusionados, ven cómo su equipo se hunden en una espiral de mediocridad, sin perspectivas claras de mejora. Con la llegada del DT argentino Martin Palermo, pareció que abría una esperanza en el club, pero hasta el momento es todo fracaso y sin mucha esperanza en la siguiente temporada.
El impacto de este mal manejo dirigencial se refleja inevitablemente en la selección nacional. La Albirroja ha mostrado un rendimiento decreciente en competiciones internacionales, lo que desilusiona aún más a todo un país, que siempre fue el pulmon de los jugadores. La falta de futbolistas de calidad y el escaso desarrollo de talentos jóvenes en los clubes se traducen en una selección incapaz de competir al más alto nivel, perpetuando un ciclo de fracasos y decepciones que, lamentablemente, se volvieron normales.
Ahora, el futuro del fútbol paraguayo no se vislumbra positivo. Si los equipos más populares, como Cerro Porteño y Olimpia, no logran mejorar su rendimiento y gestionar mejor sus recursos, es difícil imaginar una mejora en la calidad del torneo local. La falta de competencia real y la poca inversión en infraestructuras y formación de jugadores jóvenes son obstáculos que deben superarse para revitalizar el fútbol en Paraguay. La APF, cómplice absoluta de todo, en silencio.
Es triste entender que la prioridad de los clubes no es buscar una mejora a corto o largo plazo. Esto incluye la inversión en academias juveniles, la contratación de entrenadores de calidad y la creación de un entorno competitivo que permita a los equipos menores crecer y desarrollarse.
Para finalizar, el retroceso del fútbol paraguayo es el resultado de un conjunto de factores que van desde el mal manejo dirigencial hasta la falta de inversión en el desarrollo de talentos. Es urgente que los dirigentes tomen medidas para revertir esta situación, ya que el futuro del fútbol en Paraguay y el rendimiento de la tan querida selección nacional dependen de ello.